jueves, 22 de mayo de 2014

ANÁLISIS Y EVALUACIÓN DE UNA LA PRÁCTICA DOCENTE

Empecé a ir a la escuela a los 4 años, era un colegio de los años 60, en un pueblo de unos 200 habitantes con aulas unitarias y separadas por sexos. Como no había Educación Infantil, la mujer del maestro para compensar el bajo salario de su marido, instaló unos bancos gigantes en la entrada de la escuela, y al ser clienta de mi madre (modista en el medio rural) le pidió que me mandara a su "escuela". El trabajo no tenía más vuelta, hacer caligrafía y números con los cuadernos Rubio. El aburrimiento era extremo, por lo que cultivé mi paciencia, así que cuando aún tenía 4 años leía como un papagayo el periódico: había aprendido a leer de las caligrafías Rubio (no había cartilla). El estilo de aprendizaje no lo puedo describir, aprendías porque era lo mejor que podías hacer y en lo único que podías pasar el tiempo. Después pasé a la Primaria con una maestra que no ponía en funcionamiento ningún tipo de estrategia, ella enseñaba y a los que ya sabían, ni caso. Olvidé casi hasta de leer. Después llegó la maestra de mi vida, la que ponía a las mayores a enseñarles la técnica de la suma llevada, o la de los quebrados, a las pequeñas; la que nos dejaba que cada nivel aprendiera los ríos junto al mapa grande preguntándonos unos a otros hasta que nos los supiéramos. Con ella aprendí mucho (operaciones y su mecánica, y ortografía, morfología y sintaxis). Todos los días teníamos una pizarra llena de ejercicios de estas disciplinas. Gracias a ella pasé al instituto, me veía que podía aprovechas unos estudios y habló con mis padres. En el instituto fue la caída libre y en picado: no entendía una pizarra llena de cuentas que borraba para volver a llenar y al final mandar deberes a casa. Y cuando llegaba a casa se me había olvidado gran parte de aquello nuevo con lo que había llenado la pizarra. No había didáctica, ni estrategias, ni agrupamientos diversos, ni actividades colaborativas, ni nada de nada. Hasta que llegó la profesora de mi vida, que se preocupaba de cada uno, de las técnicas de estudio, de los trabajos cooperativos, de las lecciones de vida... Diría que ella y Lázaro Carreter han marcado mi vida intelectual, una por su variedad de estrategias (cooperativas, intergrupo e intragrupos, individuales) y técnicas de estudio, y el otro por la calidad lingüística y morfosintáctica de sus manuales.

Considero que la variedad enriquece, por tanto no puede basarse el aprendizaje en actividades individuales ni en actividades cooperativas. Ninguna estructura es más eficaz que otra, todo el mundo debe practicar ambas estructuras, la individual y la cooperativa para evitar las carencias de que adolece cada una. Pasamos a analizar la propia práctica docente.
Mi aula de Infantil está dividida en 5 equipos o grupos y en 5 rincones, de manera que cada grupo juegue y esté en ese rincón un día de los 5 de la semana; los equipos van rotando. ¿Cómo se organiza el trabajo? Primero trabajamos en el corro (gran grupo) las rutinas unas veces el responsable del día es ayudado por los demás y otras es él quien enseña a los demás. Pasamos a preparar trabajo, experimentos, lo que toque, lo hacemos en gran grupo para pasar después a la mesa, donde reflejamos lo aprendido, lo que nos gusta, o donde construimos, pintamos, reproducimos lo más interesante, este trabajo es importante porque es el intelecto el que propicia al individuo la correcta expresión de lo aprendido por lo que muchos necesitan ayuda y otros muchos no (a esta edad hay gran diferencia entre el alumnado). Cuando se trata de que cada grupo haga una actividad cada uno tiene un objetivo, pero si todos los grupos hacen la misma actividad pero a su manera, todos tienen el mismo objetivo. Se inician en el desarrollo interpersonal y grupal por la edad, piden más la ayuda del adulto que la del compañero. Los grupos están organizados de manera heterogénea en todos los ámbitos (intelectual, social, de comportamiento...). Pero son muy pequeños para necesitarse para llegar a una meta. Si bien es cierto que el trabajo individual y el grupal se complementan. Cada miembro aporta al gran grupo sus observaciones y sus descubrimientos, y se evalúan tanto individualmente como en grupo. Se evalúa el trabajo del grupo y su funcionamiento. Este trabajo cooperativo no lo uso para cualquier tipo de trabajo o actividad, sino que es para actividades de recogida de información, de grandes obras plásticas, de murales, evaluación, etc.
De la última pregunta, qué cambiaría para hacer el trabajo más cooperativo, diría que necesito hacer mayor número de actividades grupales, pues aunque hago quizás sean pocas aunque ahora estoy situada en 3 años y la edad no admite muchas cosas más. Con grupos de 5 años he trabajado investigando sobre el pueblo con grupos compuestos por los miembros de la familia. Ahora la cooperación la llevan a cabo las madres que se acercan a clase a última hora para trabajar en el proyecto.


 Una reflexión sobre las razones que he tenido para usar el aprendizaje cooperativo:
1. La escuela es un lugar donde se aprende principalmente a ser personas sociales, capaces de relacionarnos con los demás, de prepararnos para la vida, de empatizar y de comprender y ayudar. Esto solo es posible se hacemos actividades de distinto tipo con los demás, colaborando, compartiendo y cooperando. La escuela no es un centro de aprendizaje único y exclusivo (como en la Edad Media) pues éste se lleva a cabo en todos los ámbitos y a lo largo de toda la vida.
2. Los educadores no poseemos todos los aprendizajes y las informaciones. Y los educandos son personas que han de ser capaces de buscarlos y de seleccionar, además de vivir en sociedad, de integrarse en asociaciones y entes sociales, de poner en práctica valores para con el otro y de aprender otros importante; en definitiva, de ir aprendiendo a lo largo de la vida y valorar la importancia de hacerlo.
Son factores que potencian el aprendizaje cooperativo:
- En el aula: las actividades (que sean variadas, de investigación, puestas en común, conclusiones, coevaluación...).
- La distribución del espacio (rincones, grupos, talleres...), la dinámica y los materiales ricos en TIC.
- El establecimiento de compromisos y normas de funcionamiento para poder interactuar, comunicarse, pactar y llegar a acuerdos... Y el asumir responsabilidades.
- En el centro: la existencia de un proyecto común, coordinado y apoyado por la dirección del centro, y la gestión y buena disposición de las TIC. Que dicha dirección potencie la formación en en TIC.
- Los proyectos, que sean interesantes e ilusionantes, variados, que se practique los tres tipos: internos; con repercusión en la comunidad educativa (Comunidades de Aprendizaje); y cobre investigación, de aprendizaje por Servicios y de emprendimiento. Y que sean de todos (por ejemplo: abril, mes de proyectos del reino animal para todos)
- Además, es factor indispensable el o la maestra, quien ha de ser una persona decidida a practicar este tipo de aprendizaje y a formarse en esta forma de vida.
Espero haber completado acertadamente esta entrada.

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